En un contexto global marcado por tensiones comerciales, la desinformación digital ha emergido como un actor invisible, pero poderoso, capaz de alterar la economía en segundos. Así lo confirma un análisis reciente de LLYC, que procesó más de 815.000 menciones en redes sociales en Colombia sobre el aumento de aranceles impulsado por la administración de Donald Trump. El informe revela cómo la propagación de fake news ha intensificado la incertidumbre económica y social, impactando desde los mercados bursátiles hasta las relaciones diplomáticas.
Uno de los casos más alarmantes ocurrió el pasado 7 de abril, cuando una noticia falsa sobre la suspensión temporal de aranceles en EE.UU. provocó un alza inesperada de 2,4 billones de dólares en el índice S&P 500. Minutos después, al ser desmentida por la Casa Blanca, el mercado experimentó una caída abrupta, mostrando cómo una publicación falsa puede tener efectos devastadores a escala global.
El estudio de LLYC también identificó tres grandes focos de conversación digital en Colombia:
- El impacto económico local, ante la posibilidad de afectaciones en las exportaciones nacionales.
- Las reacciones del presidente Gustavo Petro, quien ha criticado abiertamente las medidas proteccionistas.
- Las tensiones comerciales globales, con temores de una escalada entre grandes potencias.
Entre las fake news más virales destacan:
- La presunta pausa de 90 días en los aranceles, surgida por una mala interpretación de una entrevista.
- La afirmación de que «China paga los aranceles», repetida por Trump y desmentida por estudios que evidencian que el impacto recae sobre consumidores y empresas estadounidenses.
- La creencia de que los aranceles fomentan el crecimiento económico, a pesar de que el FMI y otros organismos han demostrado lo contrario.
Andrés Ortiz, socio y director general de LLYC en Colombia, advirtió que “vivimos en un entorno fragmentado, donde las fake news pueden desencadenar reacciones en cadena que alteran la confianza y afectan la toma de decisiones”. Para él, la respuesta debe combinar herramientas de verificación, educación mediática y espacios de diálogo público-privado basados en evidencia.
Además del caso puntual de los aranceles, la desinformación representa un riesgo económico estructural. Estudios internacionales estiman que las fake news generan pérdidas anuales por 78.000 millones de dólares, gran parte por volatilidad en los mercados financieros. Ejemplos como el hackeo de Associated Press en 2013 —que derrumbó el mercado por un tuit falso sobre una explosión en la Casa Blanca— son una advertencia sobre la fragilidad del ecosistema informativo global.
En un mundo hiperconectado, donde un rumor malintencionado puede mover billones de dólares en segundos, la verificación rigurosa y la responsabilidad compartida entre medios, empresas y gobiernos ya no es una opción: es una obligación para proteger la estabilidad económica y la confianza ciudadana.
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