Quién no estuvo a punto de volverse loco cuando la llamada estaba a punto de colgarse por falta de una moneda? Las cabinas telefónicas murieron en Cúcuta. Hoy solo quedan sus esqueletos.
«Antes había que hacer cola para hablar, ahora las colas son para pagar jajajajaja», dijo un típico cucuteño cuando preparábamos este informe. Y fue que buscamos por toda Cúcuta y solamente encontramos cinco cabinas telefónicas. Estos armatostes ya son vestigios del pasado. Nadie recuerda en nuestra ciudad cuando fue la última vez que insertaron una moneda en un teléfono público. Las cabinas telefónicas viven, pero solo en los recuerdos del citadino cucuteño, como es el caso de Don Tullo Gálvez. «Yo tenía un teléfono público en mi tienda. Todavía lo conservo. Una lástima que ya no sirvan para nada».
La globalización de la telefonía celular exterminó a los teléfonos de cabina. En la calle 13 con avenida 1ra este en el barrio Caobos junto a la Clínica San José, permanece una de las pocas cabinas que aun siguen en pié aunque ya no sirvan para nada.
La desaparecida empresa en telecomunicaciones Telecom, instaló a finales de los años de la década del cincuenta en Cúcuta las primeras cabinas telefónicas. Hoy setenta años después, son piezas de museo semidestruidas de las que nadie quiere saber nada, pues para muchos, ni existen. «Si usted periodista no me dice que aquí hay una cabina yo no me doy cuenta. Yo paso por aquí cada semana y hasta Ahora noto que existia», nos confesó la señora Aracely Gutiérrez.
En el parque principal de la Urbanización Niza, junto a la Iglesia de Cristo Resucitado quedó abandonada otra de las pocas cabinas que soportaron el paso del tiempo y el paso de los vándalos y ladrones. Doña Beatriz Ramírez, feligresa de la parroquia, le duele en lo que quedaron convertido este teléfono público en su barrio. «El teléfono está ahi, pero por dentro lo desvalijaron. La cabina está rayada y semidestruida por los viciosos que todo lo acaban».
Muchos cucuteños piden a gritos que las cabinas telefónicas sean rescatadas y puestas de nuevo en servicio público. «Estos teléfonos pueden salvar vidas. Deberían habilitarlos para llamadas de emergencia. No todos tienen un teléfono celular. Es una lástima, de verdad que los hayan olvidado» señalo apesadumbrado Nicolás Álvarez, vecino de Niza.
Mientras en algunos países europeos como Francia, Inglaterra o Países Bajos, los inservibles teléfonos públicos son utilizados como puntos WiFi, venta de libros y galerías de arte, aquí en Cúcuta son transformados en basureros, centro de consumo de drogas y hasta en ropero público, tal como ocurre con la cabina localizada en el barrio Prados del Norte sobre la Avenida Libertadores frente al Centro Comercial Unicentro. «Si, yo uso el teléfono y la cabina para colgar mi vestuario con el que trabajo en el semáforo», manifestó sin problema un artista callejero venezolano.
Se calcula que cada día los cucuteños envíamos más de tres millones de WhatsApps y un millón y medio de llamadas por celular. Lo más triste, es que ni la Alcaldía de Cúcuta, una ONG o la empresa privada tengan algún proyecto para embellecer, rescatar y reactivar las cabinas telefónicas. Por ahora seguirán siendo objetos obsoletos que forman parte del paisaje urbano de una sociedad indiferente con el pasado