La lengua de señas fue reconocida oficialmente en Colombia en 1996. La Ley 324 establece: «El Estado colombiano reconoce la lengua de señas como propia de la comunidad sorda del país». Esta lengua se caracteriza por ser visual y corporal.
Más del 5% de la población mundial (430 millones de personas) padece una pérdida de audición. Según la Organización Mundial de la Salud, muchas de las causas que conducen a una pérdida de la audición pueden evitarse mediante estrategias de salud pública e intervenciones clínicas que se realicen a lo largo del curso de la vida.
“En el ámbito de la salud, se reconoce que algunas causas de la sordera son inherentes a condiciones genéticas y difíciles de modificar. Sin embargo, existen otras causas adquiridas que pueden abordarse mediante acciones formativas, médicas y preventivas. Entre estas se encuentran infecciones, traumatismos, enfermedades crónicas, uso de medicamentos, envejecimiento y alta exposición a ruidos” afirma Yenny Cortés, directora del programa de Interpretación Profesional de la Lengua de Señas Colombiana, Universidad El Bosque.
Hoy el aprendizaje de la Lengua de Señas es fundamental para la inclusión social, la educación inclusiva y la inclusión laboral, garantizando el derecho de los sordos a acceder a la información en su propia lengua. Este es el punto de partida para el surgimiento de iniciativas de diversas instituciones, que buscan ofrecer oportunidades de formación a todas las personas interesadas.
“Estas iniciativas, muchas veces lideradas por personas sordas, promueven programas de diferentes niveles, que pueden avanzar según el interés de los participantes. Dichos espacios se ofertan desde múltiples modalidades tales como presenciales, virtuales, B-learning, entre otros, los cuales permiten la construcción de conocimiento con un lenguaje básico que facilita una interacción en un nivel inicial.” añade Cortés
Hacer uso de la Lengua de Señas en los niveles ya definidos, no es respaldo o garantía del desarrollo de capacidades para un desempeño como intérprete y/o traductor de esta lengua, pues requiere ser competente en el uso y comprensión de la lengua mayoritaria, además de conocer a la persona sorda y todos los aspectos que le constituyen. Conocimientos que permitirán la mediación comunicativa entre los usuarios de estas dos lenguas favoreciendo la eliminación de barreras que impiden la participación y el acceso a la información.
En Colombia el 1% de la población es sorda y por ley cada institución (educativa, médica, judicial, recreativa, etc) debe contar con intérpretes profesionales en cada área. Es por esta razón que la educación superior asume la responsabilidad de profundizar en este campo. Esta formación interdisciplinar brinda un respaldo teórico y práctico robusto para comprender las dinámicas sociales de la comunidad sorda en el país.
Este nuevo campo de conocimiento o disciplina (aun en construcción) permite ir más allá del desarrollo de esta labor como un oficio y así trascender a la formación profesional. La academia ha construido un currículo que busca desde todas sus dimensiones (epistemológica, pedagógica, cultural-social, ética, tecnológica, lingüística, entre otras) formar al intérprete profesional de la Lengua de Señas.
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