Durante los eventos médicos internacionales de infectología pediátrica llevados a cabo en Colombia, especialistas, asociaciones de pacientes y actores del sistema de salud concluyeron que se deben completar los esquemas iniciales de vacunación, en especial la población pediátrica, ya que son el grupo poblacional más desprotegido.
En el marco de los dos eventos de infectología pediátrica más importantes del país: el Congreso Internacional en Actualización de Vacunas en Barranquilla y el Congreso Internacional de Infectología Pediátrica en Cali que se llevaron a cabo en el último mes del 2022, se concluyó que, completar el esquema de vacunación contra el COVID-19 en niños es fundamental para prevenir la progresión del virus, así reducir significativamente las hospitalizaciones y complicaciones asociadas al COVID-19.
El Congreso Internacional en Actualización de Vacunas de Barranquilla, fue organizado en alianza con la Sociedad Latinoamericana de Infectología Pediátrica (SLIPE), la Universidad Internacional de la Florida (FIU) y el Programa Comunidades Saludables de USAI. Durante el evento, se abordaron las novedades en el área de vacunación pediátrica reciente, incluyendo el SARS-Cov 2, dengue, viruela símica y otras enfermedades emergentes. Además, el espacio planteó la necesidad de innovar alrededor de la vacunación dado el brote de las enfermedades inmunoprevenibles, convocando a los profesionales de la salud y los entes gubernamentales a ser los principales garantes de este proceso en Colombia.
El Doctor Rolando Pajón, único latinoamericano involucrado en el desarrollo de la vacuna contra el COVID-19 de Moderna y Director Médico para Latinoamérica de la misma compañía, en su ponencia expresó que la vacunación pediátrica contra el coronavirus debería ser una prioridad global. “La pandemia no ha desaparecido, aún existen tasas de mortalidad en la población infantil, pero el tema ya no tiene la misma visibilidad que antes. Sin embargo, no podemos olvidar que la herramienta más efectiva para protegernos y proteger a quienes nos rodean es lograr la inmunidad de grupo y tener un virus de tipo estacional, para esto es indispensable incluir a los menores de 18 años en los esquemas de vacunación”, concluyó.
Asimismo, en el Congreso Internacional de Infectología Pediátrica de Cali se evidenciaron los mitos y las percepciones incorrectas de la interacción entre el coronavirus con niños y adolescentes, advirtiendo que, esta población no está exenta de contagiarse, ni tampoco está excluida del riesgo de los efectos del virus como comúnmente se cree. Los menores de edad también son hospitalizados y pueden fallecer a causa del COVID-19 o desarrollar complicaciones severas como el síndrome inflamatorio multisistémico, una afección donde existe una inflamación generalizada y descontrolada, de ahí radica la importancia de ampliar la vacunación a este grupo.
Según estudios presentados durante estos eventos, en adolescentes entre los 12 a 17 años, la tasa de hospitalización se presenta 10 veces más en no vacunados que en vacunados, es decir que la vacunación evita que el virus desarrolle síntomas graves[i]. Otra unidad de medida que evalúa el impacto de las vacunas contra el COVID-19 es la efectividad vacunal. En niños entre los 6 meses y los 11 años de edad la efectividad vacunal es del 92%[ii], incluso en variantes tan fuertes como el ómicron, esto demuestra que las vacunas representan la protección suficiente para este grupo etario y por esto es importante implementar dosis de refuerzo.
La infectologa pediatra y epidemióloga Angela Gentile agrega que las consecuencias del coronavirus no solo son los síntomas comunes del virus, sino que además se presenta en diferentes aspectos de la vida, como en el ámbito emocional. “Según los estudios que presentamos, uno de cada 4 niños o adolescentes experimentaron síntomas de depresión después de haber contraído COVID-19, y 1 de cada 5 experimentaron síntomas de ansiedad, el doble de personas que en años anteriores a la pandemia”[iii]. Los más jóvenes afrontan muchos riesgos que abarcan el corto y el largo plazo, por eso se debe trabajar para concientizar sobre la necesidad de vacunar en edades tempranas.
Gentile concluye “el COVID-19 es un virus inmunoprevenible, sí hemos evidenciado el impacto positivo de las vacunas en la población infantil y si tenemos vacunas seguras disponibles, ¿por qué no le damos la oportunidad a los niños de no desarrollar síntomas graves como la tenemos los adultos? ¿por qué no los vacunamos? Ellos también necesitan protegerse.”
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