Las tecnologías emergentes como la Inteligencia Artificial han transformado el mundo en general, y el de las organizaciones, en particular. Sin embargo, la implementación de estos avances tecnológicos no está exenta de riesgos y desafíos que es necesario controlar para asegurar un beneficio real para la sociedad.
En este contexto, uno de los conceptos que recientemente han ganado relevancia dentro del mundo corporativo es el de la “gobernanza de la Inteligencia Artificial”, que se refiere a un conjunto de normas, políticas y regulaciones para aplicar la IA al interior de las organizaciones, con un enfoque ético basado en la integridad, la equidad y la correspondencia con los valores de la compañía.
La gobernanza de la IA busca garantizar su uso ético, a partir de pilares fundamentales como la transparencia, la imparcialidad, la privacidad, la responsabilidad y la seguridad. También apunta a minimizar los riesgos inherentes a la implementación de esta tecnología y neutralizar sus posibles efectos negativos en lo económico y lo social.
La importancia de la IA hoy en día es tal, que el Gobierno de Estados Unidos anunció este año que invertirá 140 millones de dólares para establecer siete nuevos institutos de investigación de inteligencia artificial, con el fin de impulsar la innovación responsable y asegurar que los avances en la tecnología sirvan al bien común. La industria global de la IA está valorada en 136.600 millones de dólares y se prevé que alcanzará un valor de 1,81 billones de dólares en 2030, según cifras de la firma de investigación de mercado y consultoría Grand View Research.
Muchas empresas están utilizando la IA para mejorar sus políticas de contratación, reducir la necesidad de contrataciones redundantes y adoptar métodos de reclutamiento más eficientes.
Sin embargo, también hay cuestionamientos éticos sobre el uso de esta tecnología. Por ejemplo, en una encuesta realizada en Estados Unidos por Global Artificial Intelligence Market Report en 2023, el 48 % de los encuestados afirmó que no se deberían utilizar imágenes de rostros/personas con Photoshop ni con inteligencia artificial generativa (IA) en la publicidad en redes sociales.
Por su parte, en noviembre de 2019, el Gobierno de Colombia adoptó una Política Nacional para la Transformación Digital e Inteligencia Artificial, contenida en el documento CONPES 3975. La vocación de este documento es la de servir como un insumo a la conversación nacional, urgente y necesaria, sobre el marco ético del desarrollo de la inteligencia artificial en el país.
Precisamente, Javier Echeverri, presidente de ManpowerGroup Colombia, compañía líder en servicios innovadores de capital humano, destaca que “los avances tecnológicos son fundamentales para el desarrollo de cualquier economía. En el caso de la IA, su crecimiento ha permitido perfeccionar los procesos, mejorar la eficiencia y eficacia de las compañías, utilizando la información y la data para alcanzar mejores resultados. Sin embargo, es necesario establecer un proceso adecuado de gobernanza de la IA para instituir límites claros en su uso y así garantizar que sus algoritmos sean justos y que se cumplan las directrices legales de cada organización y de los territorios que ocupan”.
De igual forma, una gobernanza eficaz de la IA requiere de la colaboración entre las partes interesadas, como los organismos gubernamentales, las instituciones académicas, las organizaciones industriales y los grupos de la sociedad civil. Este proceso es elemental para mantener un control de los datos y la información personal, y así proteger la privacidad de los colaboradores al interior de las organizaciones.
Utilizar la IA de un modo ético es fundamental para ayudar a maximizar los beneficios y las ventajas potenciales, y minimizar los daños, las ilegalidades y la injusticia. “La gobernanza de la IA tiene principios clave como lo son la imparcialidad y no discriminación, proporcionar transparencia, empatía, el sesgo de control, establecer responsabilidades y garantizar la seguridad y fiabilidad para no perjudicar a nadie”, comentó Echeverri.
Todos estos principios deben tener un proceso de gestión y medición adecuado para que la gobernanza de la IA sea correcta. Para ello, las organizaciones deben, en primer lugar, definir con claridad a los responsables de rendir cuentas y garantizar la implementación de controles de transparencia y adopción ética de la IA.
Además de tener en cuenta las leyes y los reglamentos impuestos por los gobiernos, las empresas también deben tomar medidas que ayuden a respaldar sus decisiones estratégicas y sus operaciones cotidianas.
“Si el proceso de la gobernanza de la IA se hace con profesionalismo y continuidad, las organizaciones tendrán varios beneficios, entre ellos: garantizar un uso responsable de la Inteligencia Artificial en la organización, proteger la privacidad de los colaboradores, mejorar la eficiencia de los procesos, aumentar la equidad, optimizar la toma de decisiones y fomentar la participación y la colaboración”, concluyó Echeverri.