El mamífero dispersa semillas en los bosques
Entre los hábitats potenciales para el oso andino o de anteojos, en Norte de Santander, se encuentran los ecosistemas de páramo Tamá y Santurbán, así como el Distrito Regional del Manejo Integrado Mejué, donde recientemente se avistó un ejemplar de esta especie que corresponde al único oso de Sudamérica.
Es imponente, de pelaje negro y alrededor de los ojos y de la nariz se destaca una franja blanca o crema que puede bajar hasta el cuello o el pecho. Su sentido del olfato es desarrollado y su peso puede estar entre los 70 y los 195 kilos. Las garras de sus extremidades son poderosas. Verlo, significa contemplar un animal sagrado para las culturas indígenas, donde su presencia era asociada al vínculo entre el cielo y la Tierra.

El oso andino o de anteojos, cuyo nombre científico es Tremarctos ornatus, es una de las especies de mamíferos más importantes del departamento. Es conocido como el jardinero de los bosques por su función ecológica de transportar y dispersar semillas, en su pelaje y en las excretas. De esa forma contribuye a que crezca vegetación nativa, que sirve de refugio y de alimento para otras especies de fauna.
En Norte de Santander este mamífero, el único oso que habita en Sudamérica, tiene como hábitats el bosque altoandino, andino y los páramos Tamá y Santurbán. Además, se ha reportado en el Catatumbo y hace presencia en el Distrito Regional de Manejo Integrado (DRMI) Mejué, donde recientemente se avistó un ejemplar de oso de anteojos.
El DRMI cobija a los municipios de Chinácota, Pamplonita, Herrán y Toledo, abarcando un área de 10.651 hectáreas.
Este vasto territorio es estratégico porque permite la conexión entre el páramo Tamá con Santurbán y este a su vez con el páramo Almorzadero

El corredor hace parte del área de distribución del oso andino del flanco externo de la cordillera oriental, considerado uno de los más importantes para la conservación de la especie en Colombia, pues presenta baja fragmentación de los ecosistemas, en comparación con otros sectores de las tres cordilleras que atraviesan el territorio nacional donde también habita la especie.
En estas zonas el oso anda libremente, solitario y pernocta en árboles, en el suelo o en cuevas. Normalmente tiene una o dos crías por camada, denominadas oseznos. Los primeros años de vida los pasan con su madre. Su dieta es principalmente herbívora y frugívora e incluye frutas silvestres, plantas, corteza de árboles e insectos. Los alimentos más comunes son bromelias, hongos, musgos, helechos, yemas de bambu, tallos suculentos, savia y algunas plantas superiores.
El oso de anteojos requiere de amplios territorios para sobrevivir. A nivel país tiene amenazas para su existencia y por ello la Unión Internacional para la conservación de la naturaleza (UICN), lo sitúa como una especie vulnerable. Las causas son la ampliación de la frontera agropecuaria y la pérdida de hábitat como consecuencia de la deforestación.
En la región, las delimitaciones de páramo hechas por el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible en Norte de Santander, la zonificación y manejo de dichos páramos por parte de Corponor y la declaratoria y manejo de áreas protegidas, se constituyen en estrategias para garantizar la supervivencia de la especie. Así mismo, se viene adelantando trabajo colaborativo con la Universidad de Pamplona y grupos de investigación del programa de Biología.
El oso de anteojos, originario de la Cordillera de los Andes y con presencia en Ecuador, Chile, Colombia, Perú, Bolivia, Venezuela y Argentina, es una especie crucial para el equilibrio de los bosques. Protegerlos contribuye a preservar la vida en la Tierra, nuestra casa común.
Foto: Corponor