Antes de tratar el tema de ciudades dentro de ciudades, debemos entender la sostenibilidad como “el desarrollo que permite satisfacer las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer las posibilidades del futuro de satisfacer sus propias necesidades” (Comisión Brundtland, 1987) ), buscando un balance entre el componente económico, social y ambiental. En donde la erradicación de la pobreza y la generación de empleo juegan un papel fundamental, principalmente para los países en vía de desarrollo.
La mejor manera de aplicar este concepto de sostenibilidad en las ciudades es mediante la densificación, buscando disminuir el consumo de suelo rural, al mismo tiempo que se ofrece en un mismo sector acceso al trabajo, estudio, salud y demás servicios que requiere el ser humano para vivir en sociedad. Este concepto fue desarrollado en Colombia por el profesor Lauchlin Currie en 1970, con la propuesta de “Ciudades dentro de Ciudad”, implementándose por primera vez con éxito en Bogotá en la Ciudadela el Salitre, que inició su construcción en 1989 sobre un terreno de 450 Hectáreas, para dar vivienda a 450.000 personas y generar 125.000 empleos (Borrero Ochoa, 2018) , integrando en una misma zona vivienda, educación, centros comerciales, edificios de oficinas, zonas verdes y los parques.
Este modelo tiene múltiples beneficios. Por una parte, busca disminuir los costos en la expansión de las redes de servicios públicos y el impacto ambiental sobre el suelo al mantener concentrada el área de construcción, reducir el uso de combustible al agrupar una serie de servicios en una misma área a la que se puede acceder caminando o en bicicleta como colegios, comercio, salud, parques y zonas verdes; y adicionalmente promueve la generación de empleo formal durante y después de su construcción.
Implementar la “Ciudad dentro de Ciudad” requiere de una planificación urbana exigente y bien definida que responda a las necesidades de la sociedad, genere empleo, progreso económico y se adapte al medio ambiente. En Colombia se han venido construyendo múltiples proyectos exitosos desde la década de los 90’s hasta la actualidad, como el caso de La Felicidad y Ciudadela Colsubsidio en Bogotá, Ciudad Verde en Soacha, Alameda del Rio en Barranquilla y Hacienda Rosablanca en Villavicencio.
En Cúcuta podemos encontrar varios proyectos que han buscado implementar este mismo concepto, como el caso de Ciudad Rodeo en el occidente y la Gazapa en el sector nor-oriental. Sin embargo, ninguno de ellos ha logrado integrar estos principios y darle un papel protagónico al medio ambiente como el proyecto de Ciudadela Las Lomas en Cúcuta; ubicado sobre un terreno de 71,9 hectáreas frente al club Tenis, entre la Av. Pinal del Rio y la Av. Rotaria. Contempla 23,3 hectáreas de áreas protegidas, de las cuales 6,3 hectáreas corresponden a rondas de quebradas; adicionalmente incluirá 10,2 hectáreas de zonas verdes y parques, y 3,9 hectáreas para la construcción de equipamientos como colegios, universidades y/o centros religiosos, entre otros.
El proyecto planea utilizar solo 38% del área bruta para la construcción de vivienda y usos múltiples (27,3 hectáreas); donde se ubicarán aproximadamente 7000 viviendas que serán el hogar de unas 26.600 personas, además de un centro comercial. Para esto se esperan invertir cerca de medio billón de pesos, generando 16.400 empleos formales directos, lo que dinamizará la economía, disminuyendo la pobreza y fomentando el desarrollo al mismo tiempo que se cuida el medio ambiente, por lo que sin duda este proyecto aporta al mejoramiento de la calidad de vida de los habitantes y al desarrollo y progreso de la región.
Por todas estas razones considero que la Ciudadela Las Lomas se convertirá en un hito no solo en Colombia, sino a nivel Latinoamérica, mostrándose como un modelo de desarrollo sostenible, en el cual se integran de manera armónica el desarrollo urbano con el medio ambiente, al mismo tiempo que se genera progreso y se asegura la preservación de áreas naturales y parques para el disfrute de todos los Cucuteños.
