UNICEF saluda la iniciativa que prohíbe el castigo físico, humillante y degradante contra los niños, niñas y adolescentes en Colombia. Estamos convencidos que es un momento clave para avanzar en este sentido, especialmente cuando la actual situación de aislamiento por el COVID-19 pone en el centro la preocupación de que es en el hogar en donde más los niños, niñas y adolescentes están expuestos a diferentes tipos de violencias, siendo este el entorno donde la infancia debería estar más cuidada y protegida.
Cada vez se sabe más sobre el profundo impacto negativo de la violencia contra niñas y niños desde la primera infancia, aún de la que por algunos es considerada “moderada”, y sobre cómo la violencia se convierte en un continuo factor de riesgo de ser víctimas de relaciones cada vez más violentas a lo largo de la vida.
Esta iniciativa se convierte en la posibilidad de empezar a cortar este ciclo de violencia. Deslegitimar todo tipo de violencia y entregar herramientas a la familia para que pueda criar, educar y colocar limites sin violencia, nos permitirá construir relaciones sanas y equitativas. Una crianza sin violencia no solo es posible, sino absolutamente necesaria. Los seres humanos tenemos derecho a crecer y vivir armoniosamente, sin miedo, con la seguridad que nos brinda el afecto y cuidado de quienes nos rodean.
El Comité de los Derechos del Niño ha subrayado que los derechos humanos exigen la eliminación de todo castigo físico, con independencia de lo leve que éste sea e insta a los Estados a prohibir explícitamente todo castigo físico y todas las demás formas de trato cruel, humillante o degradante, de acuerdo con el artículo 37 la Convención sobre los Derechos del Niño. Según el Comité, “poner fin a estas prácticas en la familia, las escuelas y otros entornos, no sólo es una obligación de los Estados Partes en virtud de la Convención, sino también una estrategia clave para reducir y prevenir toda forma de violencia en las sociedades (…).”
Se requiere orientar decididamente a madres, padres y cuidadores para que puedan criar y educar adecuadamente a sus hijos e hijas en su proceso de desarrollo, para que adquieran habilidades que les permitan enseñar a sus hijos o hijas como resolver conflictos de forma pacífica, cómo solucionar problemas, cómo manejar sus emociones y expresarlas sin lastimar a los demás.
El Informe del Secretario General de Naciones Unidas sobre violencia contra la niñez de 2006, plantea entre sus mensajes más contundentes: “No hay ningún tipo de violencia contra los niños y las niñas que pueda justificarse; todo tipo de violencia contra la niñez se puede prevenir.”