La característica de hermandad que por naturaleza une a dos países; ha sido violentada de la manera más cruel e inhumana que se pueda haber visto en la historia de Colombia y Venezuela. Rostros de desolación y angustia es lo que no se deja de ver en las orillas de las dos naciones.
Mujeres obligadas a dejar sus hijos del otro lado de la frontera, hombres escondidos con miedo de salir a las calles venezolanas para no ser detenidos por los militares de la guardia, familias enteras cargando enceres al hombro mientras cruzan por las trochas de los ríos que delimitan las fronteras, niños con hambre y sin ropas, son la realidad que Maduro ha determinado para nuestros connacionales.
Entre tanto, el gobierno colombiano fue sorprendido por una emergencia social para la cual no estaba preparada y de manera improvisada ha tenido que tomar medidas de choque para respaldar a aquellas familias desoladas que viven en albergues adecuados en colegios de Cúcuta.
Aunque el drama vivido cada día es más desgarrador, la fuerza de los Colombianos ha sido inmensa en solidaridad y respaldo, por esto para todo el personal de los grupos de socorro, personal de la alcaldía y presidencia no queda más que dar un agradecimiento porque a pesar de ser sus funciones atender las emergencias de las entidades que representan en esta oportunidad sus esfuerzos humanos han sido inmensos ante tanta adversidad.
Ahora solo queda esperar en medio de oraciones que depara cada día con las actuaciones del Presidente Venezolano, a quien se ha denominado el “americano más anti bolivariano” cuantos compatriotas más que en medio del pánico de ser estigmatizados y perseguidos regresaran a su país de origen mientras el gobierno Colombiano acoge las medidas diplomáticas y legales que más le conviene a sus habitantes.