Los juguetes son ejemplos emblemáticos de artículos diseñados para «despertar la alegría», pero que a menudo acaban convertidos en residuos cuando los intereses de juego de los niños cambian. El valor del mercado mundial de juguetes superó los 90 000 millones de USD en 2019, pero como el 80 % de todos los juguetes terminan en vertederos, incineradoras o en el océano, gran parte de este valor se pierde cuando los juguetes se tiran. Según Statista, los ingresos totales mundiales aumentaron a 107.000 millones de dólares en 2022, y ascenderán a 126.000 millones en 2023. A medida que crece el mercado, aumenta también el impacto medioambiental, por lo que hay que replantearse todos los procesos.
Según la misma investigación, en América del Sur (Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Guyana, Paraguay, Perú, Surinam y Uruguay), el mercado de juguetes representa USD 5,95 mil millones de los ingresos totales en 2023.
Reutilizar y compartir
Para los innumerables juguetes que ya existen, es fundamental reutilizar y compartir para evitar que se conviertan en residuos. Esta es una de las motivaciones de la iniciativa LEGO® Replay, que anima a los propietarios a donar sus ladrillos usados a organizaciones benéficas infantiles. La iniciativa se está poniendo a prueba en Estados Unidos y es uno de los primeros pasos de la empresa hacia una economía circular. Según el Grupo LEGO, los propietarios ya conservan o comparten el 97% de sus ladrillos, muchos de los cuales han pasado a generaciones de amigos o familiares.
Motivaciones similares han llevado a varias empresas emergentes a explorar modelos de reutilización y uso compartido de juguetes. En América Latina, por ejemplo, hay empresas comprometidas con este cambio: Toynovo, una iniciativa colombiana, ofrece soluciones de economía circular poniendo en contacto a personas que alquilan juguetes con propietarios que desean darles un nuevo uso. Las familias suscritas reciben dos juguetes al mes, adaptados a la edad, los intereses y las capacidades de sus hijos, mientras que las familias propietarias de juguetes, conocidas como consignatarios, pueden beneficiarse del alquiler de sus juguetes en desuso. Es un sistema sencillo y mutuamente beneficioso que mantiene los juguetes en circulación, repartiendo alegría y fuera de los basureros.
Para que la reutilización y el intercambio sean más eficaces, los juguetes deben poder repararse cuando se estropean. En la actualidad, el 90% de los juguetes están hechos de plástico, un material muy duradero pero frágil, y los juguetes rotos son los primeros que se tiran a la basura.
Aunque estas soluciones ayudan a mantener en uso los juguetes que ya existen, el éxito a largo plazo de los modelos de negocio circulares depende de que los nuevos juguetes se diseñen y fabriquen para una economía circular. La durabilidad de un juguete, por ejemplo, puede prolongar el tiempo que se juega con él, y la durabilidad tiene tanto que ver con lo deseable que es un juguete con el paso del tiempo como con sus atributos físicos.
Por ejemplo, los juguetes Montessori, basados en la obra de la médica italiana Maria Montessori y centrados en el desarrollo infantil, están diseñados para animar a los niños a experimentar. Del mismo modo, los ladrillos LEGO están diseñados para que todos los elementos encajen entre sí y puedan utilizarse de múltiples maneras para crear un sinfín de estructuras de colores vivos. Esto significa que los ladrillos comprados hace años encajarán perfectamente con los que se compren en el futuro, lo que contribuye a garantizar un largo periodo de uso y permite compartirlos una y otra vez.
En todos los casos, la elección del material y la construcción del producto también influyen en la durabilidad, además de delimitar lo que ocurre con el juguete cuando ya no se juega con él. Para las empresas que fabrican juguetes nuevos, pensar en los materiales que los componen es vital para eliminar los residuos y la contaminación.
Estos esfuerzos son importantes para evitar que materiales aprovechables acaben en basureros o en el medio ambiente. En ese sentido, estos pasos son clave hacia una economía circular en la que los juguetes se utilicen más y se fabriquen de nuevo con materiales reciclados o renovables.
Por Tansy Robertson-Fall, Directora de Diseño de la Fundación Ellen MacArthur
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