Este recurso paso de ser un factor distractor de los niños y niñas, a convertirse en el principal aliado de los docentes para desarrollar clases más interactivas, participativas y, lo más importante, más innovadoras que respondan a los intereses, estilos de aprendizaje y motivaciones de una generación que constantemente está en contacto y expuesta a aplicaciones móviles, videojuegos y a muchas otras herramientas audiovisuales.
En ese contexto, vale la pena mencionar una cifra que se dio a conocer en el pasado Foro Económico Mundial (FEM), la cual revela que para el 2025 el desarrollo de competencias tecnológicas, junto a la resolución de problemas, la autogestión y el trabajo en equipo, serán tan importantes como aprender otras materias tradicionales. Según el FEM, esta necesidad, ya no solo será clave en contextos laborales o profesionales, sino también tendrá gran impacto en las aulas de clase, transformando los tradicionales modelos pedagógicos a unos más modernos, cambiantes y digitales.
Esta coyuntura, cada vez más vigente en las instituciones educativas, ha generado diferentes desafíos y cambios en la educación inicial.
Primero, hoy es necesario que los profesores encuentren y apliquen nuevas herramientas que les permita adaptarse y preparar a los estudiantes, no solo para que adquieran estos conocimientos del siglo XXI, sino para que también puedan apropiarlos y aplicarlos en situaciones reales y en diferentes contextos.
Segundo, los colegios y escuelas deben prepararse para articular a su modelo educativo a la tecnología como un factor esencial de todas las materias o asignaturas, con el fin de que este recurso facilite una mayor democratización del conocimiento, ya que los estudiantes podrán tener acceso a más información.
Y tercero, señala Lorena Cardona Alarcón, docente del programa de Licenciatura en Educación Infantil, modalidad virtual, de Areandina, “los actores del sistema educativo, especialmente aquellos que están formando niños y niñas, deben encontrar la manera para que la vinculación de la tecnología a sus clases, no solo se limite al manejo y/o dominio de plataformas o recursos digitales, al contacto con la educación virtual y más recientemente al conocimiento de la Inteligencia Artificial (IA), sino también que permita potenciar la capacidad de los alumnos de usar estas herramientas para mejorar la calidad educativa y la equidad en el aprendizaje”.
Nuevos escenarios que están retando a la educación inicial
La formación preescolar y primaria se enfrenta al reto de ampliar su cobertura, mejorar su calidad y ser más permitente. Asimismo, trabaja día a día para ampliar el acceso con el fin de llegar a más niños y niñas, sin importar su origen o contexto económico.
En este sentido, la tecnología se ha convertido en una herramienta de democratización del aprendizaje; sin embargo, en muchos casos, las instituciones educativas, sobre todo las que se encuentran en las zonas rurales y más apartadas del país, no cuentan con los dispositivos, los recursos y la disponibilidad de internet que les permita implementar modelos pedagógicos digitales en las aulas.
Para ello, menciona la docente de Areandina, “es clave contar con tabletas o dispositivos que faciliten la interacción en tiempo real de los estudiantes con los docentes, dotar a los estudiantes de aplicaciones educativas y juegos diseñados que les ayude a fortalecer el pensamiento crítico y creativo, pues con el solo uso de un televisor y/o computador no será suficiente para captar su atención y motivación”, dice Cardona.
Del mismo modo, agrega la docente, “hay que desarrollar más esfuerzos para implementar de manera real y efectiva el modelo STEAM en las aulas, porque si bien es un enfoque educativo pertinente y atractivo para los niños y las niñas, su desarrollo hoy se ve afectado, en especial, en el sector oficial o en las regiones de difícil acceso, por la falta de recursos y materiales”.
Por ello, no hay tiempo para darle más largas a la inyección de más recursos o presupuesto que permitan adquirir las herramientas necesarias que ayuden a formar a los estudiantes en las habilidades que más está demandando el mundo y la sociedad. Esta responsabilidad, no solo debe recaer en los colegios o escuelas, sino también debe ser un compromiso de los gobiernos locales, regionales y sobre todo nacional, quienes tienen que destinar mayor capital para cumplir con este objetivo.
Finalmente, la academia tiene que esforzarse por formar a los futuros licenciados en educación infantil desde un enfoque holístico y multidisciplinario que vincule la tecnología como un área fundamental y transversal para apoyar la implementación de nuevas metodologías y el manejo de los nuevos retos que plantea la escolaridad actual.