La fuerte discusión entre un coronel y un sargento corrió como la pólvora por las redes sociales del Catatumbo. Hasta la guerrilla escuchó la divertida grabación, puesto que quedó al descubierto la futilidad de la Policía Nacional en las zonas más calientes del país.
Pero si el oficial pensó que dejaba mal a su subalterno ante las comunidades, se equivocó. En una región donde las guerrillas son el verdadero poder y el Eln se ha enzarzado en una guerra sin cuartel contra el Epl, los nativos comprenden al sargento.
“Los altos mandos viven en una burbuja, no tienen ni idea de lo que ocurre en el terreno”, me cuenta una persona en Teorama, foco del encontronazo. “Los que nacimos en estos pueblos sabemos que el sargento tiene toda la razón. A la policía lo que le recomienda la gente aquí es que no den papaya”, agrega otra. “En Teorama solo son carne de cañón”.
Los que nacimos en estos pueblos sabemos que el sargento tiene toda la razón. A la policía lo que le recomienda la gente aquí es que no den papaya
El pasado 2 de abril, el Eln entró en la población y arrancó de sus casas a cuatro vecinos. Entre los secuestrados figuraba Arturo Baene, exaspirante a la alcaldía. La facilidad con la que ejecutaron los secuestros, de manera casi simultánea, sin que los agentes de Teorama intervinieran, despertó la ira del coronel Rafael Torres, encargado de la Policía Nacional en Norte de Santander.
Reproduzco unos apartes de la conversación que él mismo debió grabar y filtrar para poner en evidencia al sargento Juan Carlos Cárdenas, comandante de dicha estación y relevado ya de su cargo.
—¡Usted no está haciendo nada, mi sargento! ¡A usted le da miedo salir de allá! (de la estación).
—¡Es que una cosa es estar allá y otra, estar acá. De una vez le digo: yo tampoco voy a estar acá a hacerme matar también. Si usted quiere que le salga, deme la orden por escrito, señor.
—¿Cuántos policías tiene este señor allá? —se le oye preguntar a alguien.
—¿Es comandante de Departamento y ni siquiera sabe cuántos tengo?
—¡Hágame el favor y se ubica, sargento!
—¡Usted también se ubica, mi coronel! ¡Porque está diciendo que no estoy haciendo ni mierda en este pueblo! (…) ¡Lo invito a que venga acá y haga su trabajo! ¡Se cagan allá los comandantes! ¡¿Por qué no vienen si es que cree que no estoy haciendo ni mierda acá?!
¡Usted también se ubica, mi coronel! ¡Porque está diciendo que no estoy haciendo ni mierda en este pueblo! (…) ¡Lo invito a que venga acá y haga su trabajo!
Teorama es un pequeño pueblo de apariencia tranquila, con un bonito parque principal, donde está enclavada la estación. En los últimos meses, francotiradores del Epl asesinaron a un sargento y un auxiliar.
“Solo eran catorce policías; de ellos, seis auxiliares. No pueden ni patrullar porque los matan. Tendrían que salir con diez, y si tres deben quedarse en la estación, cuatro están descansando y otros de permiso, ¿cómo hacen?”, se pregunta un comerciante.
Reconoce que apenas socializan con la policía por miedo a que las guerrillas tomen represalias. “Aquí la ley es la guerrilla. Si alguien tiene un problema, así sea familiar o de linderos, no va a la policía ni al comisario, que no pueden hacer nada, acude al Eln o el Epl”, agrega.
Aquí la ley es la guerrilla. Si alguien tiene un problema, así sea familiar o de linderos, no va a la policía ni al comisario, que no pueden hacer nada, acude al Eln o el Epl
Pero en estas semanas tampoco pueden recurrir a los subversivos. El Eln ha recrudecido su arremetida armada contra el Epl, con los que llevaban cuatro décadas conviviendo sin problemas. Está decidido a “aniquilarlo completamente, a borrarlo del Catatumbo”, cuentan asistentes a reuniones con los elenos. Para conseguirlo, reforzaron sus tropas con unidades traídas de Arauca, al mando de alias Wilkin, y del Sur de Bolívar.
“En el Catatumbo, casi todo el mundo tiene parientes o amigos en el Eln y el Epl, y hay familias con hijos y nietos en las dos guerrillas. Por eso creo que el Eln trae gente de fuera, sin parientes en la región ni corazón, porque a esos no les importa matar a quien sea”, asegura un labriego que, como es ya costumbre en estas zonas calientes, exige ocultar su nombre.
En el Catatumbo, casi todo el mundo tiene parientes o amigos en el Eln y el Epl, y hay familias con hijos y nietos en las dos guerrillas
Las hostilidades arrancaron en marzo. Las personas que entrevisté en diferentes lugares del Catatumbo consideran que la mecha la prendió el Eln, descontento porque el Epl, conocidos también como ‘pelusos’, desconoció los acuerdos para repartirse la herencia de las Farc. Entre ellos figuraba que la frontera y Venezuela son para los elenos lugares sagrados, pero los ‘pelusos’ cruzaron la línea e instalaron ‘cocinas’ (laboratorios de cocaína) y campamentos en el país vecino.
“Las Farc manejaban la cerveza y se la dividieron entre los dos que quedaron. El contrabando se dejó al Eln, pero el Epl no lo respetó”, cuenta uno que conoce bien la región.
No está claro cuál fue el florero de Llorente, si la irrupción del Epl en La Cooperativa y La pista, veredas que el Eln heredó de las Farc, o un incidente del que muchos hablan con un cargamento de coca en río de Oro.
El caso es que el Frente de Guerra Nororiental del Eln pasó de emitir un duro comunicado en que acusa a sus rivales de ser “una guerrilla desfigurada en su concepción revolucionaria y alejada de los sentimientos populares (…) que intenta imponer mediante la fuerza y el chantaje sus propósitos sin respetar a la gente”, a las amenazas, el secuestro y la intimidación a las gentes del entorno de los ‘pelusos’ y, posteriormente, a combatirlos en campo abierto.
En un inicio advertían a quienes tenían negocios que pagaban vacunas al Epl que debían dejar de colaborarles o serían considerados objetivo militar.
“Amarraron a familiares de pelusos, se llevan a sus amigos. Los dos muchachos que se llevaron el domingo de San Pablo (corregimiento de Teorama) eran meros trabajadores de una cocina que controla el Epl. Hay mucho miedo, se siente en todas partes”, comenta una mujer, propietaria de una finca cocalera, el producto que mueve la economía del Catatumbo.
“Es muy horrible porque todo el mundo sabemos quién es quién y siempre vivimos juntos sin problemas. Un señor que conozco tiene una hija en los pelusos y dos hijos en el Eln. Y así mucha gente. Pero los elenos no quieren parar esta guerra”.
Al mismo tiempo que sembraban el miedo, escalaban la violencia. Ya se han producido combates en zonas rurales con muertos en ambos lados, aunque son más numerosas las bajas entre el Epl. “Nadie sabe a ciencia cierta cuántos muertos van porque cada uno se lleva los suyos para enterrarlos. Solo conocemos las fotos de los cadáveres de los pelusos que pasan por las redes”, comenta un funcionario público.
Al principio, el Epl envió varias cartas a sus antiguos aliados para pedir dialogar a fin de no continuar la confrontación y puso en manos de las comunidades y la Iglesia católica el papel de mediadores. También las juntas de acción comunal y diferentes líderes y organizaciones sociales intentaron frenar la guerra. Pero el Eln no ha querido escucharlos. Está decidido a aniquilar a los que ha declarado enemigos.
Ante su reiterada negativa y la sucesión de combates, el Epl emitió este sábado un comunicado que siembra aún mayor miedo y zozobra entre los civiles. Además de afirmar que se quedarán en la zona “cueste lo que nos cueste”, instan a los campesinos a abandonar las veredas que puedan convertirse en campos de batalla.
Los que decidan quedarse, “lo entenderemos como un acto de guerra y de complicidad con el enemigo”, concluyen. Ya en la cárcel de Cúcuta, unos presos de dicha guerrilla habían anunciado que no se quedarán de brazos cruzados esperando que los eliminen, que contratacaran con todo.
El domingo comenzó un paro armado en todo el Catatumbo, medida que agudizará la crisis que vienen sufriendo veredas de los municipios de San Calixto, Teorama, Convención, Hacarí y El Tarra, entre otros.
“El Eln aparece por los caminos con uniformes y bien armados, en plan de guerra, para mostrar presencia y fuerza. Son muchos más que los pelusos; para mí que es pelea de tigre con burro amarrado”, indica un funcionario.
A la Defensoría del Pueblo de Ocaña, que recorre en la medida de sus posibilidades áreas en disputa para asistir a los campesinos angustiados, le preocupa la falta de recursos para atender la ola de desplazados que crece día a día. Hasta ahora, la mayoría se ha instalado en los refugios que las propias comunidades establecieron en veredas que se hallan en medio del conflicto, como Villanueva, pero ya no son lugares seguros.
Del caserío Santa Catalina, donde habitan 150 familias, un tercio ha huido después de quedar la semana pasada en medio de un combate entre los dos grupos guerrilleros.
“Necesitamos un centro de acogida en Ocaña. Villanueva es inseguro porque también hay combates cerca”, me dice uno de los desplazados. “No sabemos por qué el Eln no quiere escuchar al Epl y a la gente que solo quiere la calma para el pueblo. Si tenemos familias con hijos en los dos bandos, si siempre hemos compartido sin problemas, los dos tomaban juntos, ¿por qué no arreglan?”
Si tenemos familias con hijos en los dos bandos, si siempre hemos compartido sin problemas, los dos tomaban juntos, ¿por qué no arreglan?
Los que abandonaron sus hogares afrontan un problema adicional. Ya no pueden regresar porque en las dos orillas los consideran sospechosos de estar con el contrario, y los matarían. Es una partida sin retorno. “La orden del Eln es que si no responde el peluso que es, paga la familia”, añade.
Y tampoco les quedan ganas de volver porque además del fuego cruzado, cunde el miedo por las minas que el Eln está sembrando. “Las ponen en los caminos, en las cuencas de las quebradas, en las cañadas, cerca de las canchas y las escuelas”, asevera un campesino.
Se desconoce si la disidencia de las Farc que se está organizando –hay quienes hablan de más de un centenar de integrantes– se unirá al Eln o será mero espectador de la guerra.
“Dicen que la orden de aniquilar al Epl viene de Quito. El Coce es el único que puede arreglar”, anota un líder social. El Eln admite que el Epl tiene al Partido Comunista clandestino de mentor y guía, y le pide que vuelva a tomar las riendas.
Los dos grupos son iguales: reclutan menores, viven de la coca, amenazan, atacan a la policía con francotiradores, ponen bombas, desaparecen personas
“Los dos grupos son iguales: reclutan menores, viven de la coca, amenazan, atacan a la policía con francotiradores, ponen bombas, desaparecen personas”, comenta un comerciante. Uno de ellos es Carlos Leonardo Bayona, un transportista informal al que el Epl secuestró y robó su carro para llenarlo de explosivos y atentar en Ocaña contra la Sijín. Lo descubrieron antes de que estallara y volara media manzana del pueblo. Pero Bayona sigue sin aparecer.
La única esperanza está en Quito. Que la Iglesia católica y el Gobierno convenzan al Eln de parar la guerra. “En el diálogo entre el coronel y el sargento se refleja la situación del Catatumbo y lo poco que se comprende la realidad desde Bogotá”, sentencia un sacerdote.
Fuente: eltiempo.com