La Diócesis de Cúcuta lamenta profundamente y rechaza el asesinato del líder social, abogado y veedor Jaime Alonso Vásquez Giraldo, y de todas las personas que en los últimos días han sido asesinadas en Cúcuta.
San Pablo nos hace ver que somos templos del Espíritu Santo (cfr. 1 Cor 3, 16-17), lo que significa que matar al otro, es profanar el templo de Dios, es destruir la obra creadora de Dios; es pisotear el mandamiento que Jesús nos dejó: “ámense unos a otros como yo los he amado” (Jn 13, 34).
Como Iglesia nos unimos con nuestra oración por el eterno descanso de quienes han sido víctimas de la violencia y ofrecemos nuestras más sentidas condolencias a las familias que lloran la pérdida de sus seres queridos.
Sea la ocasión para pedirle a las instituciones competentes un trabajo articulado que permita darle un parte de tranquilidad a los ciudadanos de esta zona fronteriza quienes sufren la zozobra, el miedo y la impotencia frente a quienes destruyen el don sagrado de la vida sin temor ni compasión.
Por nuestra parte, seguimos empeñados en trabajar por el desarrollo humano integral, el perdón, la reconciliación y la paz en esta región del país, como único camino que puede verdaderamente traer la justicia social para los nortesantandereanos, e invitamos a los fieles y personas de buena voluntad a que sean testigos del amor a la vida, la cuiden, la respeten y la promuevan como el don más sagrado de Dios.
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