Cuando de conquistar el paladar se trata en el barrio Bosa de la capital muchos conocen el emprendimiento y los pasteles de Maryann de Acosta o más conocida como la pastora, una mujer migrante amante a profesar la palabra, pero que a pesar de las adversidades siempre hace realidad sus sueños.
Maryann al igual que los **2.48 millones de migrantes venezolanos que han llegado a Colombia, tiene un solo objetivo, brindarles a sus hijos una mejor calidad de vida. A pesar de que, su recorrido no ha sido fácil, junto a su esposo ha sobrepasado todos los obstáculos que se le han presentado en la vida y en los negocios.
En Caracas- Venezuela, lugar del que es oriunda, lideró una microempresa durante más de cinco años, “este era un sueño hecho realidad, hacíamos pasteles y se vendían solos, nos íbamos con nuestras neveras rotuladas a recorrer las calles de la ciudad”, pero por las difíciles condiciones de su país, se vio obligada a migrar.
En un inicio, la travesía fue encabezada por su esposo, el cual el 28 de julio del 2018 decide viajar a Colombia, en donde empezó a tocar las puertas y “tantear el terreno”. Al principio trabajo en lo que le saliera y enviaba dinero a su familia, pero este no soportaba las necesidades de Maryann y sus tres hijos.
Al estar próximos a San Valentín, Maryann resalta que una de las decisiones más complejas en su vida ha sido separarse de su esposo, por lo cual como pareja se pusieran un tiempo máximo de estar separados.
Pasados seis meses Maryann dice “o se va o se viene” (nombre que le pondrá al libro que está próximo a lanzar) y se reencuentran en la capital. Su llegada no fue fácil pasaron noches eternas buscando donde dormir, les cerraron muchas puertas por tener hijos, pero no perdió la fe.
Su primer empleo fue en los buses de Transmilenio vendiendo galletas, las cuales había comercializado en Venezuela, sin embargo, esto era algo que no la hacía sentir cómoda “ella sabía que estaba hecha para grandes cosas”.
En cada una de la subidas y bajadas de los articulados, Maryann profesaba la palabra, lo cual permitió que hiciera muchos contactos. El que más impacto ha causado fue conocer el programa Empropaz “este me brindó desde el primer momento respaldo, confianza y capacitación, pero lo que más marco mi vida fue que recibí acompañamiento socioemocional y con el pude vivir el duelo de la migración y mejorar mis vínculos con mi esposo e hijos” asegura Maryann.
En el año 2020 y gracias al crédito que le brindo Bancamia crea su emprendimiento “Delicioso evento”, en el cual inició vendiendo galletas, pero con el tiempo se dio cuenta que podía volver a cocinar lo mismo que comercializaba en Venezuela. A la fecha su microempresa tiene refrigerios para organizaciones, pasabocas dulces y salados, comida saludable y colombiana.
Con los conocimientos que adquirió por Empropaz aprendió junto a su hijo y esposo a manejar las redes sociales, su microempresa cuenta con Instagram y Facebook, este es uno de sus principales canales de ventas. También adquirió habilidades que le permitieron tener un manejo de sus costos, creó roles, porque a pesar de ser una microempresa familiar, debía cumplir cada uno de los pedidos e implementó tiempos de ejecución en la operación.
“A pesar de lo complicado que es migrar, sé que lo que he logrado hoy es por el amor de familia, tengo la certeza que la unión familiar es el secreto para emprender con éxito. Además, encontrar un programa que se convierta en el aliado cuando uno llega solo, sin nada, hace que uno aprenda todos los días y sepa si está haciendo bien las cosas” concluye Maryann.
Al igual que Maryann, EMPROPAZ ha llevado formación e inclusión financiera a 176.184 personas, de los cuales 3.618 son migrantes ubicados en 92 municipios afectados por la violencia y la pobreza, de 17 departamentos del país.