Las profesoras investigadoras Rina Mazuera y Neida Albornoz de la Universidad Simón Bolívar Cúcuta, junto a Adriana González de la Universidad de Antioquia, estuvieron en la frontera entre Venezuela y Brasil para observar el proceso migratorio.
La visita se dio en el marco de su participación en el IV Seminario Internacional Sociedad y Fronteras desarrollado en la Universidad Federal de Roraima de Boa Vista (Brasil).
En Pacaraima (Brasil) conversaron con los inmigrantes venezolanos que tenían varios días de haber salido de sus casas para llegar por vía terrestre a Roraima. “Ante las dificultades que existen para sobrevivir en su país, los venezolanos deciden migrar por Brasil. Para muchos el idioma es un obstáculo y no se atreven a migrar por Roraima. Otros tienen ese temor, pero prefieren enfrentarlo amparados por la atención y orientación que reciben por parte de la Fuerza de Tarea Humanitaria de las Fuerzas Militares de Brasil y varias agencias internacionales,” relató Mazuera.
Contó que al cruzar la frontera en Pacaraima se encuentran con un aviso que dice «Bem vindo ao Brasil» (en español, “Bienvenido a Brasil”) y pancartas con los requisitos para el refugio. Al entrar, se distribuyen entre los que quieren refugiarse, residencia temporal o simplemente sellar el pasaporte. En esas instalaciones trabajan articuladamente diferentes agencias de cooperación con el gobierno federal y regional.
“Reciben atención médica primaria, vacunas, orientación legal y psicosocial, así como comida y además, la posibilidad de comunicarse con su familia en Venezuela. Todo eso lo hacen sin cargar de un lado a otro sus maletas; estas se dejan en un lugar especial para ello,” añadió.
Si deciden tramitar el refugio o la residencia temporal al salir de allí, se dirigen a otra parte de las instalaciones, donde continúan el proceso y pueden dormir hasta por cinco días. Luego, si hay disponibilidad, van a un abrigo o refugio de paso. En Boa Vista y Pacaraima por ahora existen 12 abrigos, que alojan a más de 5.600 venezolanos que buscan trabajo, cumplen con horarios de salida, entrada y comidas.
Explicó que reciben la alimentación que prepara la Fuerza Armada, excepto los abrigos de indígenas, quienes reciben los alimentos y cocinan de acuerdo a sus costumbres. “Lo más importante para los venezolanos es que aseguran la comida, el aseo personal y la salud, siendo aspectos que valoran mucho.”
Según la profesora, cada refugio tiene sus particularidades. Por ejemplo, en el abrigo Pintolandia que es para indígenas en Boa Vista, se encuentran 680 Waraos, de los cuales 221 son niños y adolescentes entre 4 y 18 años de edad. Otros venezolanos prefieren ingresar a Brasil sellando pasaporte; en ese caso se convierte en un país de tránsito para llegar a otro destino. Así se lo manifestó Alexander, un joven venezolano que cruzó la frontera hasta Boa Vista para atravesar Brasil por avión y luego ir a Buenos Aires por vía terrestre con la esperanza de conseguir trabajo en su área profesional, para darle una vida digna a su esposa e hijo. Con la voz quebrada le confesó que separarse de la familia es lo que más le ha dolido, incluso estuvo a punto de desistir, cuando ya estaba en Pacaraima.
La observación realizada por las investigadoras en la frontera les permitió constatar una adecuada ruta de atención humanitaria a los inmigrantes venezolanos, así como la acción conjunta entre el gobierno brasileño y los organismos internacionales como la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR), la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y la Cruz Roja Internacional.
También hizo parte de las enseñanzas adquiridas la puesta en marcha de acciones clave para sensibilizar a la población residente y contribuir de ese modo a superar expresiones de discriminación que suelen estar presentes en espacios que conviven con la presencia masiva de la población inmigrante .
“Ha sido una buena experiencia, aunque fuerte, porque queda muy lejos, las horas de viaje son agotadoras. El calor y la humedad es mucho más fuerte que en Cúcuta. Allí se conocen cientos de historias de familias que se han dividido para poder salir adelante,” dijo Albornoz.
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